lunes, 4 de mayo de 2009

James Price...su luz, desde lejos.

Conocí a James Price tras los timbales de la Orquesta Sinfónica Juvenil allá por los noventa. Entre tanta algarabía adolescente, llamaba la atención por la seriedad con que asumía su rol de percusionista. En los momentos de descanso, cuando los demás saltaban de sus sillas llevándose de encuentro atriles y partituras, James repasaba concentrado algún pasaje de esos que provocan expresiones altisonantes. Como lógica consecuencia de su trabajo, poco tiempo después ingresó a la sinfónica nacional. Pero, lejos de acomodarse en el máximo curul de un instrumentista clásico, –al menos, así es por estos lares– James Price se exigió continuar su carrera y se trasladó a Estados Unidos donde obtuvo una licenciatura y poco después, un doctorado en percusión.
Cuando supe que ganó el prestigioso Premio Edgar Vàrese (algo así como el Oscar de las percusiones) la sorpresa cedió paso a la alegría porque en el fondo estaba convencida que este talentoso músico obtendría lauros importantes tarde o temprano. Luego, me invadió el orgullo porque James Price es hoy por hoy, el primer latinoamericano en agenciarse esta presea. Finalmente, mis pensamientos se debatieron entre la admiración por el compatriota virtuoso y la desesperanza por la deserción de otros jóvenes músicos que como él, no encuentran espacios de desarrollo profesional. Con la satisfacción que me provocan sus triunfos, viene el disgusto de constatar que no son talentos los que faltan en este país; la carencia es de políticas culturales visionarias, inversiones inteligentes y sentido común de aquellos que dictan el rumbo de la nación.
En pleno siglo veintiuno y frente al innegable éxito que obtienen los músicos de otras latitudes, en nuestro país aún no se crean espacios de enseñanza especializada con estándares internacionales (cualquier otro parámetro resulta una falacia).
Price, evolucionó de estudiante de la orquesta juvenil salvadoreña a doctor en música laureado con la máxima presea que existe en el continente para su especialidad. Su proceso de desarrollo profesional no se puede estandarizar en el país; no con el mínimo presupuesto designado a las artes y menos aún, con la exclusión del tema cultural de la agenda educativa y de desarrollo nacional. Mientras esto no cambie, tendremos que esperar a que se conjuguen en una persona los astros de la bonanza económica, la vocación, el tesón y el talento, sin faltar un contexto familiar artísticamente sensible, para que algún día surja una estrella similar a James Price. Claro esta, que por ahora sólo podremos apreciar su luz desde lejos.

4 comentarios:

  1. Martha, me parece que has revelado el Testamento del músico salvadoreño.

    Es muy triste ver como a pesar de saber que nuestra sociedad se va autodestruyendo por la “falta de valores”, frase religiosamente utilizada por algunos políticos criollos, poco se hace por reforzar aquellas disciplinas que nos alejan del barbarismo medieval en que a nivel cultural se encuentra nuestra gente.

    Entiendo que NO SOMOS un país con grandes recursos económicos como Venezuela, como para montar en cada departamento o provincia una Sinfónica Juvenil, pero es lamentable ver como aun el primer responsable de generar incentivos culturales en la nación, Llámese por su nombre: Federico Hernández, da un pésimo ejemplo, gastando la mayor parte de su tiempo y su poder de convocatoria, no en promover el arte, labor por la que todos los salvadoreños le pagamos, sino que decide por su cuenta, utilizar nuestro tiempo, para montar una campaña política en contra de un candidato a la vicepresidencia. Como diríamos en buen salvadoreño: “Para muestra un botón”.

    En el caso de la música, es simpático ver como CONCULTURA se embarca, en los últimos cinco años, en el populismo, de reproducir una mala copia de los tantos reality shows de canto popular, concursos que poco han hecho por generar cultura, mas que por el hecho de atraer masas ignorantes, musicalmente hablando, y dejarlas de la misma manera cómo llegaron.
    En su lugar se hubiesen gastado menos fondos y se hubiese promovido más el arte, en la atracción de mejores y más espectáculos con la Sinfónica Nacional, Sinfónica Juvenil y el Coro Nacional. Sin mencionar la ópera, que como se pudo leer el pasado domingo en el periódico, se ha montado a nivel nacional solamente una producción en los últimos cuatro años, vergonzosamente sin poder presentarse acá, sino que en Guatemala, donde al parecer a los salvadoreños si se les dio el apoyo que CONCULTURA ha negado o en todo caso mal utilizado.

    Este es el panorama que en la actualidad como salvadoreños tenemos, sin embargo logros como el de James Price, nos dan luz y esperanza al final del túnel, y nos demuestran que en El Salvador, el problema no es la falta de capacidad, mas bien lo que necesitamos son hombres y mujeres capaces de creer que una buena difusión del arte en nuestra patria puede devolvernos la sensibilidad y humanidad que como hombres del siglo XXI hemos dejado en alguna década pasada.
    Estamos frente a nuevos tiempos, ojala que los nuevos designados a estas áreas, tengan la difusión del arte como prioridad, y no en la construcción de una imagen mediática personal para beneficio de sus partidos políticos, como en los últimos cinco años hemos notoriamente observado.

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  2. Felicito al muchacho James Price, un excelente ejemplo.

    Soy Corista del Coro Nacional de El Salvador, y concuerdo con lo que "Dasvidania" comenta, es tal el nivel de desinteres en el area musical, que en el Coro Nacional nos han informado este mes de abril que CONCULTURA, no tiene el presupuesto necesario para la compra de papel requerido en la impresion de las partituras de las proximas obras a presentar.

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  3. Mis felicitaciones por el galardón a James!
    Ya había preguntado si alguien sabía que fue de él, y sólo hasta ahora me alegra enterarme que siguió en la música como otros de nosotros de la misma generación.

    Ricardo Pozo
    Músico y Concertista de guitarra.

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