En palabras de quienes lo conocieron, apreciaron y admiraron, Antonio García Ponce era un "eterno pensador y conocedor de la historia del arte"; "un luchador del arte"; "un gran maestro del dibujo". Yo apenas lo conocí, pero sí me asomé un poquito a su alma a través de los ojos que plasmó en sus retratos de mujeres, ojos que perforan y gritan, que estallán en el silencio. El otro García Ponce que conocí fue a través del musicólogo cubano Pedro Martínez Acosta , su amigo entrañable. Los dos ignoraban la enfermedad del otro y partieron de este mundo con diferencia de unos meses. En algún lugar, deben estar platicando de arte, compartiendo experiencias de vida y de muerte, riendo a carcajadas de algún chiste agudo, aliviados de la cotidianidad, sin amarras ni frenos a su inmensa creatividad.
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